Los drones o aeronaves no tripuladas están apareciendo de manera más habitual en los medios de comunicación. Los primeros sistemas aéreos no tripulados fueron usados durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, no fueron controlados de manera remota hasta finales del siglo XX en la Guerra de Bosnia y en la del Golfo.
Los drones no tripulados más comunes son los “VANT” que se mantienen en el aire gracias a un motor de reacción o de explosión y tienen múltiples utilidades a parte del uso militar con el que suelen relacionarse.
Los drones son usados como medios de seguridad. En algunos lugares de Alemania para la videovigilancia remota, como que no se pinten grafitis en los vagones del tren; o con fines ambientales: en la lucha contra incendios como medio de extinción del fuego o vigilando las instalaciones conexas utilizadas para el transporte de petróleo.
No obstante los drones no tripulados tienen sus posibles problemas y desventajas. En algunos casos, estos drones pueden ser hackeados, como ocurrió en las guerras de Irak y Afganistán. Y a veces sufren cierto retrasos entre que se dá las órdenes y estos las reciben.
Además, el principal factor en contra son las condiciones atmosféricas, ya que el mal clima puede fluctuar mucho su funcionamiento. Incluso su capacidad de vuelo depende del sistema de navegación utilizada y del tipo de combustible; es decir, tienen un tiempo determinado de vuelo (tiempo de actuación) que a veces dificulta su objetivo y el cumplimiento de rutas.
Empresas como Amazon -con sus entregas rápidas mediante drones- o Telefónica, con sus pyoyectos en fases de prueba, ya han empezado a probar este servicio que tiene cada vez mayor número de aplicaciones, como su uso en el mundo de la cartografía es fundamental. Gracias a los vehículos aéreos no tripulados se pueden hacer foto-mapas para la posterior evaluación de terrenos por parte de los profesionales de este campo.
Otras áreas donde su uso es destacado son las del control del estado de la atmósfera, control del estado físico de volcanes, control de obras y evaluación de su impacto, gestión del patrimonio histórico arqueológico y cultural, o seguimiento de la planificación de las ciudades.